💘Lo que aprendí usando Tinder: a veces, la cabrona eres tu...
Tal como lo lees, apareció mi sombra...😶🌫️😶🌫️😶🌫️
Esta serie empezaba con una reflexión ¿existe un solo tipo de amor? 💖💕✨
¿Qué me llevó a adentrarme en este sarao? 😅
Puedes leer los anteriores capítulos
➡️✨💘 aquí 💘✨⬅️
Acompáñame en mi primera serie de substack 💖 🙃
Espero que os guste , os entretenga y sirva al debate 🎇❤️·🍿😉·🗣️📢
No somos medias naranjas, sino frutas completas que saben ricas juntas
Tal como lo leéis, a veces, la cabrona eres tú y hay que reconocerlo. No van a ser solo los demás los que tienen “cosas malas” o “pasan por malos momentos”🤷🏻♀️ En más de una ocasión somos nosotros y nadie está exento de hacer daño a otro (aunque sea lo que menos quiera…). También yo he sido esa persona, aún sin intención de dañar, pero si imprudencia.
Y es que, “de formación profesional” he de decir que, aquí no hay dolo, pero si imprudencia 👆🏽
Y si bien esta historia resonaba en mi cabeza para ser contada, su clamor se hizo más fuerte después de leer el post que nos regaló
. Miren, gracias nuevamente por pasarte por aquí ❤️
Después de este preludio que me deja como el betún…, comienzo con la historia. Nada malo que contar de él. Muy al contrario, sería un email repleto de banderitas blancas 🏳️🏳️🏳️, señales de luz 💫💫💫 y estrellitas por doquier✨✨✨, pero… ¡ay! amigos, a veces esa persona adecuada llega en un momento inoportuno.
Por eso, me cuesta tanto creer que solo haya una persona destinada para cada uno de nosotros. Primero, porque sería tremendamente injusto que esas dos personas vivieran a kilómetros y kilómetros de distancia, separados por océanos y a horas de viaje y que nunca se pudieran conocer (por mucho que existan las casualidades).
El amor es una pasión tan humana que siempre ha estado presente, y lo nimias que nos parecen ahora las distancias -y lo que nos parecerán con los futuros avances- eran travesías de meses tiempo ha… Luego…no, no creo que la vida sea tan injusta.
Segundo, porque distintas personas con diferentes grados de afinidad en diferentes aspectos de nuestra vida pueden cuajar perfectamente con nosotros, dando lugar a interacciones y combinaciones maravillosamente distintas a la par que enriquecedoras.
Más que una única persona, creo que pueden haber muchas con las que exista esa combinación perfecta en si misma.
Lo difícil es que esas personas se encuentren con nosotros en el momento en que estemos preparados para recibirlas o ellas a nosotros…
Hecha esta segunda introducción… el “lo que aprendí usando Tinder” de hoy va a ser un poquito diferente, porque vais a saber lo que ocurrió “por él”…figuradamente…
💘Lo que Moisés aprendió usando Tinder: ¿existe el amor a primera conversación?
La conocí una tarde de verano. Estaba algo nervioso, pero no mucho, ya tenía experiencia en esos trances. No era ni primera, ni segunda, ni vigésima cita y, además, estaba acostumbrado a entablar conversaciones con extraños.
Llegué excesivamente pronto -maldita impuntualidad mía, qué manía de llegar siempre media hora antes- y tuve que esperar con el calor; esperaba no estar sudado cuando llegase bajo ese Sol de justicia.
Estaba distraído mirando al pasajero cuando escuché mi nombre.
— ¿Moisés? -dijo ella, mientras caminaba decidida hacia la valla donde la esperaba apoyado.
— Sí, soy yo. ¿Isabel? - respondí.
— Sí, hola Moisés ¿Qué tal? ¡¡¡Qué calor!!! Pero ¿Cómo me estás esperando aquí al Sol? Perdona que hayas esperado tanto, es que había calculado para salir a las 19.00, ¡he salido tan pronto he podido! -Me dijo sin parar de hablar mientras se acercaba y me daba dos besos.
🤔 Dios qué alta. ¿Pero, era tan alta? Yo recuerdo haber leído que era más baja, me siento un poco engañado.
Y cómo habla…, cómo puede hablar tanto. Es verdad que me dijo que hablaba mucho, más con los nervios. ¿Estará también nerviosa?
Demasiado alta. Pero ¿por qué mienten con algo tan tonto como la altura?
— ¿Qué alta eres no?
Upss… se me ha escapado. Quizá ha quedado un poco raro 🙄
— Jaja… no… tacones, día intenso de reuniones. Había que ir especialmente arreglada hoy.
Uff… qué idiota soy, estaba tan nervioso que no me había dado cuenta. Menos mal. No quiero parecer un novio llavero si llegamos a algo ¿Novio? No te adelantes…
A ver… respira hondo…
— ¿Vamos a tomar algo? He visto bares por aquí -me recompuse.
— Sí claro, qué estarás deshidratado de tanto esperarme aquí jaja -dijo bajando la mirada.
— Tranquila, me gusta llegar pronto. A quien madruga dios le ayuda - dije sin pensar.
— ¡Ya, ya… pero no por mucho madrugar amanece más temprano Moisés! -replicó, explicando, a continuación, su razonamiento de porque ambos refranes son contradictorios pero a su vez compatibles.1
Muy random, pero nos reímos un montón con el debate posterior en torno a ellos.
Subimos la calle y recuperé la compostura. Volví a ser yo. Volví a ser gracioso.
No parábamos de reír y de hablar. En efecto, hablaba mucho. Y, ciertamente, me gustaba su sonrisa. Era amable. Genuina. Inteligente. Graciosa. La apariencia con que vestía era simplemente su facha de abogada.
Tras una consumición llegó otra y otra y otra más después. No se nos agotaban los temas de conversación. Además, escuchaba y preguntaba. Lo que se agradecía entre tanta gente que no sabe más que hablar de sí misma. Cuando me di cuenta eran las 23.30. Se me había pasado el tiempo volado. Al día siguiente tenía reunión de equipo y tenía que madrugar.
— Es tardísimo – le dije cuando volvió del servicio.
A lo que respondió mirando el reloj:
— ¡Dios, tenía que haberme ido hace por lo menos una hora! Es que se me ha pasado el tiempo voladísimo. ¡Me lo he pasado super bien! -dijo espontáneamente-. Tenemos que quedar pronto, nos hemos dejado un montón de temas a medias.
— ¿Qué haces el sábado? – le dije, sorprendiéndome a mí mismo.
Tío si tienes el cumple de Guille.
Da igual.
Órdago lanzado...
— ¿Comer contigo? – me respondió sin pensarlo un segundo.
— Si. Comer conmigo. Espera que pago -dije cogiendo mi cartera.
- No. No te preocupes -me contestó.
- Si. Si, que pago yo -insistí. Me gustaba y no quería parecer de esas personas que miden los euros.
— Ya está pagado Moisés -contestó sonriendo ante mi insistencia.
Me encantó que pagase. En la mayoría de los casos, en cuanto digo que soy socio de una empresa se creen que tengo que andar invitando a todo. Me gusta. No soporto a las tacañas ni a las que se creen que, por ser el hombre, tenemos que pagar siempre todo.
Volvimos a quedar el sábado. Estaba nervioso, pero en plan expectante. Me apetecía mucho pasar el día con ella. Me disculpé con Guille y lo entendió. El sabía que esto no me pasaba muy a menudo.
Comimos, reímos y le devolví la invitación. Hablamos de mil cosas distintas. Me encantaba escucharla y las palabras fluían de mi boca con total naturalidad. Le conté tantas cosas personales que ni me acuerdo. Tantas o más como las que me contó ella a mí. Me encantaba su sonrisa. Tanto que se lo dije diez veces, por lo menos, hasta que en un renuncio, le volví a preguntar al verla sonreír:
— ¿Sabes qué?
— Que te encanta mi sonrisa jajaja -dijo sin parar de reír burlonamente.
— Sí, ¿Cómo lo has sabido? -le dije un tanto confuso y divertido al caer en la cuenta de cuantas veces lo había dicho.
— Na… me lo has dicho un par de veces solo. Lo siento… era la broma fácil. Muchas gracias. De verdad. Tú también tienes una sonrisa muy dulce -me dijo levantando la mirada mientras me miraba a los ojos.
Sabía que había cancelado dos planes esa mañana, pero me contó que tenía una cena a la que no podía faltar. Lo entendí perfectamente, y tras un día que se pasó en segundos, la acompañé hasta su coche.
Al despedirnos, casi sin darnos cuenta, nos estábamos abrazando muy juntos, muy sentido, con una intimidad que no esperaba a pesar de la evidente conexión. Como si fuera el sitio en el que siempre debíamos haber estado. Hubo unos segundos en que se paró el mundo y sentí una sensación muy reconfortante, como de estar en casa. Creo que puedo afirmar sin miedo a equivocarme que ella sintió lo mismo. Me lo dijo su mirada. Y su media sonrisa al separarse.
La vi subirse a su coche y emprendí el camino a casa. Quería volver a quedar. Quería volver a verla. Y más pronto que tarde.
Obviamente, esta historia no acaba aquí, …
Si te ha gustado la perspectiva de Moisés, te pido que, por favor, me dejes un ❤️ me ayudas a saber si voy por buen camino 🙃
Disclamer (como buena abogada de profesión
😉):
🥸 Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia.
🦄 Peeeero, ¿Qué es ficción y qué es realidad? ¿Dónde está la línea que los separa?
🔍 Los nombres que aparezcan no serán los reales, pero puede que compartan inicial con el nombre de quien inspiró la historia (para quejas, comentarios, aclaraciones, sugerencias,… vuelva sobre los dos puntos anteriores).
Todavía no me he acordado de la conclusión a la que llegué, ni de mi teoría, pero en cuanto me acuerde, serás el primero en saberlo
🤣🤣🤣
Me gusta pensar que hay cosas verdad e inventadas en la historia jajajaja le da ese toque
Relatus interruptus. Pero sé como termina. Y me da penita... (a estas alturas de la vida estoy por cosas muy locas).
Por cierto, yo tengo un Moisés en mi vida, amigo (sólo amigo) y soporte mío. Qué loco. 🤪