De la frágil motivación...
De las claves de la motivación, de la pasión, del hábito y de las herramientas que, en no pocas ocasiones, me han ayudado a luchar por mi objetivo y a no desistir en el intento
Me hace mucha ilusión escribir este artículo (¡a ver cómo sale!), porque es el primero que realizo a petición popular -en realidad, de una gran amiga que está pasando ahora por un proceso muy exigente intelectualmente-, pero, a su vez, me genera esa inquietud y esa incertidumbre sobre si servirá al propósito que busca.
Como os comentaba en mi “primer” artículo publicado -donde me presento parcialmente- hubo un tiempo en que fui opositora…y no de cualquier oposición, sino de esas para las que tienes que paralizar tu vida, estudiar 12 horas diarias (cuando no hay exámenes a la vista) y en las que descansas solo un día a la semana. Vamos, opositora a tiempo completo.
A algunos de vosotros les resultará curioso (más si conocéis a alguien metido actualmente en este mundo) que una persona que se ha tirado tantos años estudiando Derecho -por pura pasión, por supuesto (si no cualquiera…)- ahora esté pensando en dedicarse a otra cosa y si eso no supondría “tirar un valioso tiempo a la basura”. Y sí, hay personas que sentimos o hemos sentido pasión por el Derecho -y por otras muchas ciencias, me atrevo a decir- y tras un tiempo pensamos en virar totalmente de rumbo. Ante esta posible e indiscreta pregunta (a todos, reconozcámoslo, nos gusta mucho opinar), desde mi más humilde perspectiva y desde mi pura experiencia, nada que ver, dado que muchas de las cualidades de las que hoy me enorgullezco las adquirí o perfeccioné durante mi tiempo de estudiante.
Sirviendo los dos párrafos anteriores de contexto a este artículo por encargo, os diré que la petición de mi gran amiga trataba de cómo encontrar y mantener la motivación y de dónde la encontraba yo en aquellos tiempos de oposición. Así que, persona de palabra (cualidad adquirida antes de lanzarme a aquella gran empresa) aquí va mi experiencia personal para persistir 7 años estudiando más de 460 temas uno tras otro y vuelta a empezar, una y otra vez. Empiezo…
Una de las claves la he dado antes, pura pasión. Cuando estás convencido de que estás haciendo lo que te gusta, porque te gusta y porque vas a dedicarte a algo que te hará vibrar todos los días (desde tu conocimiento externo y sin conocer aún la profesión…), no existen horas, sueño, cansancio o falta de ocio o de descanso. Con muchísimas matizaciones, claro está. Así que, si quieres hacer algo que te va a costar un inmenso esfuerzo, la pasión quita presión.
La segunda clave y, aquí puede que exista un puntito de contradicción -aunque creo que, en realidad, son complementarios e igual de necesarios- es preciso generar consistencia y hábito. Porque la pasión está muy bien los primeros días, meses y años, pero llega un día en que es el hábito y esa fuerza de estudiar todos los días, planificar, levantarte a la misma hora con una sonrisa -a veces, de forma natural, otras forzada (porque también aprendes que eso engaña al cerebro para que esté contento y rinda más)-, hacer deporte para rendir, comer bien para rendir, tener ocio para rendir y, en fin, hacer todo lo necesario para resultar productivo (a través de un continuo prueba y error) lo que te sostendrá en el camino. Así que…” caminante no hay camino, se hace camino al andar” …y cuando más te acostumbres a tu rutina, más fácil te resultará seguir y no sucumbir a esa vocecilla maliciosa de “¿y si no estudio hoy?” o “si no invierto en mí hoy”, o “si no trabajo en mi proyecto hoy” (cada uno que se lo aplique a su particular objetivo).
“No juzgues cada día por la cosecha que recoges, sino por las semillas que plantas”
Robert Louis Stevenson
La tercera clave para mí, conocerse. Ay… amiga…hay que conocerse. Porque habrá personas que durante la mañana sean superproductivas y por la tarde un cero a la izquierda o, simplemente, menos productivos -no dramaticemos, que los opositores somos muy de dramatizar y, además, alguna tarita siempre nos queda después de esos años (como esta)-. Aquí, el secreto está en escoger sabiamente. Escoge lo más difícil, lo que te cueste más, lo que requiera más concentración en las horas que tengas disponibles en que seas más productiva y deja para aquellos momentos en que sepas que te cuesta más, estás más cansada o eres menos ágil mentalmente aquellas tareas, temas, asuntos que te sean más fáciles de ejecutar. Otro secretillo cuando no hay más remedio que utilizar tus momentos menos ágiles o lúcidos es tirar de un buen paseo, una carrera, una clase de alguna actividad de cardio en el gimnasio y después duchita calentita o fría (según preferencias) y a seguir. Te despeja, te energiza, te ayuda a concentrarte y las penas con endorfinas son menos penas.
La cuarta clave, sé buena contigo y compréndete. Ejercita la empatía contigo misma, porque va a haber días en que te creas una máquina imparable y va a ver otros en que te sientas miserable porque no te sientan en la silla ni con cadenas (cada uno que lo aplique a su materia), para esos días -y combinado con el anterior-, conócete y pregúntate ¿puedes estudiar y simplemente estás inapetente? ¿Tienes la juerga metida en el cuerpo porque se avecinan vacaciones o un evento? (todos somos humanos, es comprensible. Así que, si es el caso, a darse cuenta y seguir estudiando). ¿Estás preocupada por algo? ¿O, acaso, simplemente, estás agotada? Porque si estás agotada, querida amiga, que es lo que muchos tememos, tienes que descansar. Porque si descansas, te recuperas y retomas cuando has disipado tu agotamiento mental, volverás a ser tu versión imparable. Si insistes en obligarte solo generarás un mayor agotamiento, mucho más difícil de revertir que si se descansa a tiempo.
A mí me costó un montón identificar estos momentos. Muy a mi pesar, los achacaba -a una infundada en mi mente- holgazanería o vaguería, lo que repercutía muy negativamente en mi rendimiento y productividad, así que, aunque esta sea la clave que he dado en cuarto lugar es una de las más importantes porque si insistes en forzarte cuando no puedes más solo conseguirás ralentizar el camino por ejercer la auto tiranía y no haber parado a tiempo.
El ser buena contigo es esencial, no juzgarte, no castigarte y comprender que igual que le dirías a un amigo que parase si lo vieras extenuado, deberías hacer lo mismo contigo. Aunque no quieras, aunque desees seguir avanzando, aunque debieras ir 5 temas por delante. Porque esto -y, nuevamente, hablo por experiencia- puede hacer que, por cabezota, en lugar de parar una tarde, tomártela libre y despejarte, suponga un parón de varios días o un bucle de malos días encadenados en varias semanas.
Como quinta clave, y esta es muy personal (no sé si será de ayuda para todo el mundo), cuando tengas dudas, estés cansada, no sepas si seguir y estés en un pensamiento en bucle continuo, escríbete. Escríbete y desarrolla en papel toda esa amalgama de pensamientos que no te dejan concentrarte y que te bombardean continuamente la cabeza. Y es que, a veces, este ejercicio de hablarte en papel ayuda y mucho.
En mi caso muchas veces iba acompañado de una sesión de lloros de alegría, de desesperación, de pura frustración por el agotamiento o de yo soy más fuerte que esto. Fuera cortisol y como nueva (las lágrimas son una forma natural de expulsar de tu organismo el cortisol en exceso que no se puede gestionar por los cauces habituales).
Como consejo adicional a este último, yo empecé a escribirme el por qué quería hacerlo, cómo me iba a sentir al aprobar, cuál eran mis cualidades para conseguirlo ¿las tenía todas? ¿me faltaba alguna?, cuál era el camino para ello (fijándome tanto en compañeros que ya lo habían conseguido como en mi propia experiencia, de análisis de conciencia de qué había fallado en ocasiones anteriores y que tenía que mejorar o implementar para que no se repitiese en el futuro). Con ello en mano, cuando me venían las dudas tiraba de mi “recetario” del éxito y mi carta de auto motivación personal. Esto ayudó en numerosísimas ocasiones e iba mutando conmigo según iba aprendiendo nuevas cosas sobre mí y sobre el proceso y según iba cambiando, que 7 años encerrado contigo mismo y los temas dan para muchos cambios.
Como super bonus de este proceso, aprendí a comer mejor y, para ser más productiva, me aficioné a hacer deporte, viré de pesimista empedernida a optimista, incluso, irritante para algunos, desarrollé una mentalidad de crecimiento, conocí mis límites (mucho más lejos de lo que todos nos imaginamos de nosotros mismos), curiosamente el encierro produjo en mí el efecto contrario al que produce en muchas personas, de tremendamente tímida pasé a ser extremadamente sociable y a relacionarme fácilmente con desconocidos y, sobre todo, aprendí, una vez terminé, a disfrutar mucho más del descanso y de los olvidados, hasta entonces, fines de semana.
Así que, que este bonus del proceso te sirva como sexta y última clave para encontrar la motivación, porque la mente enfocada en un objetivo y todo lo que aprendes sobre ti y sobre productividad para llegar a ese objetivo, también es tremenda motivación: el de la gran persona en la que te habrás convertido cuando todo termine y empieces a luchar por tu siguiente objetivo.
PD: espero que te sirva y sea extrapolable a tu situación y quien lo lea y tenga un amigo, familiar o conocido opositor, o que esté estudiando algo que le ocupe mucho tiempo o se encuentre en un proyecto a muy largo plazo, nunca es desdeñable ninguna ayuda, así que ¡compartidlo si creéis que le puede ayudar"!
PPD: esto lo encontré leyendo un artículo de la Mala de la Película y me parece que viene muy al caso de este extra de la motivación.
“Cuando te sientas incapaz de hacer algo, recuerda que hay miles de personas que han logrado lo que crees que es inalcanzable para ti. ¿Por qué ibas a ser menos?
Extracto del artículo “Cosas que aprendía a los 30 y que me hubiera gustado saber antes”, La mala de la película, 10 NOV 2024.