De las definiciones contradictorias
Optimista empedernida, pero, a su vez, insatisfecha permanente. ¿Pueden definir ambas palabras, a la vez, a la misma persona?
Optimista empedernida, pero, a su vez, insatisfecha permanente. ¿Pueden definir ambas palabras, a la vez, a la misma persona? Esta es la pregunta con la que me despertaba esta mañana.
Me estoy empezando a dar cuenta -o hacerme consciente, como se lleva ahora- que hago demasiadas preguntas. No sé si es bueno o malo, no sé si es defecto o virtud, pero, en cualquier caso, es una característica intrínseca de la Isabel de hoy en día. Por miedo a juzgar (a mi o a cualquiera) yo prefiero llamarlas cualidades, ni defecto ni virtud, porque el carácter peyorativo o “ensalzativo” se lo damos las personas, con nuestra particular visión del mundo.
Post data anticipada -también me encanta inventarme nuevos conceptos-: sé que “ensalzativo” no existe, pero es otra de mis cualidades: me encanta inventarme palabras - quienes me conocen bien, lo saben-.
Hay a quien le irrita esta cualidad y a quien le hace mucha gracia, lo que corrobora mi teoría de las cualidades, es decir, que no hay virtudes ni defectos, sino que depende de quién las mire, quien las sienta y examine, serán unas cosas u otras. Incluso, frente a la misma cualidad o comportamiento, según haya sido el día de esa persona, puede ser que tu cualidad le encante o que le parezca la peor de las formas de comportarse. En fin… somos complejos.
PD de la post data anticipada: es la primera vez que comparto, más allá de algunos amigos y conversaciones en persona con desconocidos, mi teoría de las cualidades (ni defectos, ni virtudes), cualidades que cada interlocutor define positiva o negativamente según su particular visión.1
En fin, parece que los pensamientos son inconexos y no tiene “razón de ser” este “razonamiento” en relación con la pregunta que iniciaba este artículo, pero os prometo que en cuanto leáis este artículo de mi tocaya Isabel cobrará todo el sentido. En él, explica Isabel hablando del miedo a la exposición -cuestión en la que me siento identificada con ella y por la cual, y tras vencer este miedo exponiéndome y compartiendo ampliamente mi tercer artículo, nos hemos “conocido”- que somos como caleidoscopios, como poliedros con múltiples caras, algunas de las cuales nos resulta mucho más fácil mostrar a los desconocidos que a nuestro entorno más cercano. Y es que somos vulnerables y nos encanta ocultar esta vulnerabilidad; como si, ocultándola, pudiéramos hacer que desapareciera de este plano, cuando, en realidad -y esto es un pensamiento puramente personal-, lo que hacemos es, incluso, hacerla más grande, más honda y más profunda en lugar de reconocerla, integrarla y convivir con ella.

En realidad los caleidoscopios son preciosos, así que ¿por qué sufrir por la belleza de nuestra complejidad y de nuestras contradicciones?
Mi viaje, esa insatisfacción permanente que nunca me deja estar satisfecha, plena y completa y disfrutar de mis logros, me ha llevado a intentar indagar en ella, en esa vulnerabilidad, en esos miedos, como el miedo a exponerse del que os hablaba en el artículo anterior. Me ha llevado a descubrir también con satisfacción que, al menos, tengo otras cualidades que me ayudan a sobreponerme o intentar superar lo que me hace vulnerable, a crecer, a no dejarme amilanar por eso que me perturba, que me hace sentir más débil, más expuesta, que me toca más de cerca. Y, no sé si tenga sentido para las mentes que reciban mi mensaje, pero sí, se puede ser optimista y vulnerable a la vez.
Esa es mi conclusión después de tanta vuelta y esa es mi auto respuesta a esa inicial pregunta, soy optimista y soy vulnerable. Soy vulnerable a esa insatisfacción permanente que me hace estar en búsqueda constante de modos de estar mejor, de evolucionar, de aprender, de desarrollarme, de buscar lo que me haga feliz, lo que me llene, lo que me ilumine, lo que me haga fluir y perder la noción del tiempo, que me haga desaparecer temporalmente de este mundo. O, reformulado, me haga estar más que nunca en este mundo, porque, en realidad, solo estamos en este mundo cuando estamos vibrando en esa frecuencia, cuando tenemos esa sensación de estar, cuando somos en mayúsculas, cuando estamos presentes, cuando no existe el ayer ni el mañana, cuando solamente existe hoy y ahora.
En esa sensación quiero vivir constantemente, esa es la frecuencia en la que quiero vibrar y esa frecuencia es la que sintonizo cuando estoy escribiendo. Así que, bendita insatisfacción que me ha traído a este lugar en el que estoy escribiendo aquí y ahora. Bendita, ahora sí, virtud de vivir constantemente insatisfecha, porque (estoy juzgando ahora mismo según mis creencias y modo de pensar) me ha traído aquí mismo. A aquí y ahora. A esta maravillosa frecuencia vibracional.
PD (ahora sí de las de verdad, no de las inventadas): últimamente escribir es mi fórmula para desaparecer del mundo.
PPD: gracias, gracias, gracias, gracias, gracias. Infinitas gracias a todas las personas que os habéis suscrito tras compartir con vosotras mi miedo a exponerme, que, según mi conclusión de hoy, es una de las mayores virtudes porque me ha traído hasta aquí.
PPPD: Juzgue usted por usted mismo ¿es defecto o virtud? Al fin y al cabo, aunque nos pese, es muy difícil deshacerse de esta cualidad tan humana de pasar por nuestro filtro todo lo que vemos, escuchamos, leemos y percibimos.
PPPPD (ya la última, de verdad): muchas veces me vienen a la cabeza reflexiones sobre esa cualidad tan innatamente humana de juzgar. Quizá para otra entrega…
Me encantaría saber vuestra opinión al respecto.