El miedo siempre vuelve (o quizá nunca se fue)
No importa cuanto te enfrentes a ellos, esos miedos tontos siempre vuelven. Esas dudas que tenías al principio retornan y te vuelven a asaltar. Lo que creías decidido, se diluye por momentos y vuelves a la casilla inicial.
Si esto fuera el parchis, estaría de nuevo en casa, si fuera la oca en la casilla de salida y si fuera el monopoli en la misma cárcel, volviendo a (re)construir desde el origen.
No sé si te habrá pasado, no sé si tienes algún proyecto en mente al que le niegas la salida, no sé si, incluso, lo has iniciado ya y te has quedado paralizada por el miedo, pero tranquila (o tranquilo, es una expresión), no estáis solos, aquí también hay otros cuantos -presente 🙋🏻♀️- que seguimos enfrentándonos al mismo abismo.
Cuando parecía que había superado ese miedo al vacío y a lo que hay al otro lado de la determinación, la duda me ha visitado de nuevo. Por supuesto que he vuelto a razonar conmigo y desmontarla, he vuelto a recordar mis momentos, mis por qués y mis por qué no, pero supongo que esto es algo que siempre pasa.
Como quien tiene miedo a volar, que no lo supera claramente o, incluso, sigue sin superarlo hasta que se baja en su destino. Supongo, nuevamente, historietas a parte, que una vez me suba en ese avión es cuando empezaré a creerme de verdad que es real, que lo he decidido y que lo estoy haciendo.
También es cierto que los días en que uno está más cansado, no puede auto obligarse a razonar y que lo “correcto” es no hacernos caso por un momento y esperar a recuperar nuestra mente secuestrada por la amígdala.
Eso es un consejo que aprendí pronto, nunca decidas nada ni te tomes nada en serio cuando estés muy cansado o cuando estés triste, tampoco después de una resaca de alegría y felicidad.
La felicidad y la nostalgia anticipada también puede confundir
Sucede que la semana pasada fue muy intensa, pero emotiva, de esas en las que aprecias el valor del trabajo bien hecho, a tus compañeros, a tu jefa o jefes y a todos tus clientes. Donde conectas, donde te desenvuelves alegre y fluidamente entre todos y donde se exalta el espíritu y propósito de tu empresa -muy alineado conmigo, por cierto-. Sucede también que una compañera recibió un premio y un homenaje de una sala con más de 500 personas en reconocimiento a la labor que ha prestado a esta empresa durante más de 20 años y… sucede, que como una es sensible y emotiva no pude parar de llorar cual madalena durante todo el homenaje.
Mi trabajo me gusta, estoy muy contenta y agradecida por todo lo que llevo aprendido, me siento bastante conectada con su propósito, mi jefa es una de las mejores que he tenido nunca y el ambiente con los compañeros -fuera de los roces normales del día a día- es más que bueno. No he parado de reír, a pesar de la cantidad ingente de trabajo y las horas y horas de más, en toda la semana. El trabajo es variado, distinto, ayuda a mejorar el mundo, estoy en contacto con otros compis europeos, lo que me proporciona el ambiente internacional que tanto me gusta y, en términos generales, tiene buenas condiciones.
Sin rodeos, me gusta y estoy en general contenta.
Ocurre, sin embargo, que estoy extremadamente agotada, mi día a día comienza saliendo a las 6.20 am de casa y llegando entre 7.00 y 8.30 pm a casa, según el volumen de trabajo. Y la energía no es infinita. Lo noto en mi cuerpo, en mí ánimo, en mi energía. La sola idea de que el resto de mi vida sea así -imaginaos que tengo hijos, los vería en foto…- me aterra y me abruma. No lo quiero para mí. Y si que quiero para mi muchas otras cosas a las que tendría que renunciar si hiciera caso a ese miedo y me dejara paralizar por el. Si dejara mi decisión en manos de la felicidad del momento, el cansancio que me aplaca y la nostalgia de un lugar aunque todavía pertenezco.
Esta decisión va y viene y lo ha estado haciendo durante los últimos meses. Aunque ya la contaba en mi cartera con un ✅ he vuelto a dudar.
Y es que la duda es un fantasma que siempre nos acecha, de ahí la importancia de tener claro el por qué de nuestras decisiones y cuál es nuestra dirección para cuando venga a visitarnos en nuestras noches más oscuras.
Spoiler alert: las habrá, siempre.
La importancia de tus por qués
Cada uno sabrá sus por qué sí y sus por qué no. Si no, te aconsejo que los esclarezcas, la vida no está hecha solo para trabajar sin tregua (ese es uno de los mios). Y el balance entre vida laboral/ profesional y personal, no es un juego, a mi me está pasando factura en mi salud.
Por eso hay veces en que es mejor actuar, a pesar del miedo. Y si, digo a pesar, porque como podéis comprobar en este proceso que habéis ido siguiendo conmigo, siempre va y viene. La ventaja es que cada vez te conoces mejor sus trucos.
Y es que, puede que algo sea muy bueno, pero que ese muy bueno no sea lo mejor para ti y para tu salud. Necesito un pausa consentida, un tiempo para pensar, ordenar, estructurar, simplificar. Quizá la estructura de este espacio cambie. Quizá no. Me gusta demasiado escribir y hacer entrevistas.1
Solo quería pasarme por aquí sin mucha idea ni estructura para deciros,
es normal que las dudas nos vuelvan a asaltar a lo largo del tiempo,
sobre todo si tu decisión tiene un período largo de ejecución,
pero no desesperes, asume que siempre vas a tener miedo, pero que hay ideas, proyectos, cambios de vida, pausas y auto-regalos por los que merece la pena caminar acompañados del miedo.
¿Qué proyecto estás postergando o has paralizado por miedo?
Me gustaría leerte, así nos damos mutuo apoyo 💖
Y si ese miedo también te impide verbalizarlo públicamente,…
Por favor, párate, coge tu libreta, escribe tus por qué sí y tus por qué no, y desenmaraña esa madeja. A veces, simplemente, verter nuestro caos mental en texto, marca la diferencia.
Si te ha gustado, te ha removido o te has sentido identificado, me encantaría contar con tu ❤️, parece que no, pero ayuda mucho. ¡¡Gracias de antemano!!
Algo de lo que venía hablando a mis amigos desde hace al menos un par de años y lo hice, a pesar del miedo y de mi perfeccionismo insano 🙃
Lo mismo ocurrirá con el resto de cosas a las que tenemos miedo 😉
(Quiero creer, ya sabes nunca manejo certezas absolutas 😅)
(PD del paréntesis en pie de página: Venga, sí, lo creo. Lo ha demostrado la experiencia con el podcast, publicar fotos en instagram y esta newsletter 😊)
Leerte ha sido como sentarse contigo frente a un café sin reloj, escuchándote hablar desde ese lugar donde habita la verdad. Gracias por esa voz honesta que no teme temblar. Qué valioso es poder reconocer el miedo sin disfrazarlo de otra cosa.
Desde mi autenticidad, te comparto algo que aprendí tarde, pero a tiempo: no hay proyecto verdadero que no venga acompañado de miedo. Es el precio de caminar hacia lo que importa. Y sí, vuelve. Vuelve como vuelven los trenes que no tomamos la primera vez. Pero también vuelve la certeza, la pulsión, el deseo de vivir una vida más a medida.
La libertad, a veces, no es dejarlo todo. Es mirarse de frente y decir: “Esto me gusta, pero no me basta”. Y eso también es crecer. Atreverse a imaginar una vida diferente cuando la actual funciona… pero no te contiene del todo.
Me has recordado a muchas decisiones que dudé mil veces antes de tomar. Y a otras tantas que tomé sin saber si eran del todo sensatas, pero eran mías. Porque conectar con uno mismo es también saber que no siempre hay claridad, pero sí dirección. Aunque tiemble, aunque duela.
Y gracias, sobre todo, por recordarnos que incluso en los días cansados, sigue habiendo belleza. En llorar como una madalena en un homenaje, en celebrar el trabajo bien hecho, en reconocer los límites del cuerpo y las grietas del alma. La belleza está en esas rendijas por donde entra la verdad. Como tú la dejas entrar.
Aquí seguimos, caminando con el miedo, pero sin dejar que decida por nosotros.
Nos seguimos leyendo con gratitud.
Te mando un fuerte abrazo, Isabel 🫂 entiendo mucho cada frase que has dicho, poco más que añadir... Más allá que no creo que haya miedos pequeños... Todos vuelven de igual manera para retarnos a cada paso que damos del camino.
Y que difícil es enfrentarse a ellos cuando las fuerzas no acompañan, cuando olvidamos las razones por las que hacemos las cosas...
A mí me has pillado en una semana en la que el miedo y el cansancio me han atropellado sin piedad, pero leer esto ayuda mucho. Gracias 🫂