Sentirse afortunada mientras trabajas por lo siguiente, esa es la cuestión
¿Impide querer alcanzar más cosas sentirse afortunada por lo que tienes hoy? ¿Para ser agradecido es preciso conformarse con lo que uno tiene? Como empezáis a ver, lo mío es hacer preguntas…
Salgo de casa a las 6.30 am y me pregunto cómo puedo ser tan afortunada. En serio, cómo puedo ser tan afortunada. Vivo entre el 10% de la población más rica del mundo -aunque no me considere rica económicamente-, tengo un techo magnífico bajo el que vivir, agua caliente -y lo que es aún mejor, ¡corriente! - calefacción, un trabajo con el que contribuyo a un bien común y que, a cambio, me retribuye con dinero para mi sustento, una familia a quien quiero y que me quiere, relaciones de amistad maravillosas y una mente que no para de idear nuevos negocios.
Si te gusta lo que lees, aquí tienes el botón para suscribirte. Con ello apoyas mi trabajo y me indicas que te gusta. Así se convierte en algo bidireccional que conecta a dos personas a través de la maravillosa red.
¡¡¡Pop!!! … Rebobina… ¿idear nuevos negocios? Pero…nunca ejecutarlos… ¿Eso es lo que me mantiene desconectada de ese agradecimiento, de esa buena fortuna que he corrido al nacer en esta familia, en este país determinado, en este continente y haber tenido oportunidades -T O D A S- a mi disposición?
¿Será que si quiero algo más no estoy siendo agradecida? ¿Será malo querer más?
Son todas preguntas que vienen a mi mente. Son preguntas que me hacen recapacitar sobre la necesidad de “progreso”.
¿Qué es progreso? ¿Quién dice que es necesario progresar? ¿Y qué es progreso para mí? ¿Yo digo que es necesario progresar? ¿Esta necesidad es una creencia autoimpuesta? ¿Qué hay detrás de ella?
Trato de descomponer el motivo de mis múltiples desvelos, de esta ansiedad que yo misma, a veces, me genero.
Posdata anticipada: Acabáis de asistir a uno de mis hilos de pensamiento.
Mi cabeza hace un esfuerzo. De dónde viene esto en su versión más reciente…
Recuerdo una tarde de septiembre, en la que todavía hacía calor. Fue hace un par de años y aún sigo en las mismas - “y lo que te rondaré morena…” -. Estaba intercambiado audios con una amiga que dejó de serlo, pero con la que compartíamos esta ansiedad de saber lo que querer hacer, de querer progresar, de no conformarnos, de buscar esa ocupación perfecta con una combinación equitativa de contribución, libertad, aprendizaje, conciliación con nuestra vida personal, impacto positivo (“del bueno de verdad”), …
Y me viene a la mente uno de mis últimos audios antes de llegar a casa y ponerme a hacer “lo que tenía que hacer”. Me puse a llorar en ese mismo audio, mientras le contaba cómo me sentía:
d e s e s p e r a d a.
¿Por qué tenemos que ser así? ¿Por qué no podemos conformarnos con un trabajo “normal” como las otras personas? ¿Por qué no podemos ser parte de esa gente “normal” y no pensar? De querer tener casa, coche, familia y trabajo estable como la gran mayoría. De sólo hacer eso y ser feliz. Sin más… ¿De dónde viene esta necesidad de querer siempre seguir evolucionando, aprendiendo y mejorando? ¿Por qué nunca es suficiente?
¿Por qué?
Y, de repente, un par o tres de lecciones de vida inmejorables después, con la firme voluntad de ponerle solución y con el sosiego y serenidad que te embarga cuando por fin tomas una decisión, llega . Y con ella la oportunidad de realizar, en el marco de mis ejercicios, un test de fortalezas dentro de su programa para obtener claridad vital. Y, de repente, lo comprendo T O D O.
Entre las mías están el “logrador” y el “aprendedor”. De repente, me entiendo. De repente, me comprendo. De repente, aunque quiera hacer más cosas en la vida, veo que estoy predeterminada por mi forma de ser.1 Y esa forma de ser, a veces, es maravillosa y simplemente genial, aunque muchas otras me genere innumerables quebraderos de cabeza.
No sé a dónde me llevará esta decisión de obtener claridad, por fin. Lo que sí sé es que no terminaré en el punto de partida. Y que en cada casilla de salida siempre tendré nuevas herramientas y aprendizajes a mi disposición.
Últimamente (más bien, desde hace un par de años) leo muchísimo sobre propósito, encontrar caminos y lograr metas y objetivos, y una de las cosas que cada vez empiezo a entender más es que este camino nunca termina. Hoy estoy exactamente donde quería estar en ese septiembre de 2022, pero es que ahora quiero estar en un sitio más y probablemente cuando esté allí, ya querré estar en otro diferente.
Así que, … rebobino, de nuevo, “Salgo de casa a las 6.30 am y me pregunto cómo puedo ser tan afortunada. En serio, cómo puedo ser tan afortunada.”
Tengo todo lo que necesito, aunque siga luchando por lo que quiero.
Si te ha gustado esta última reflexión del año, te ha servido, te has sentido identificada o, simplemente, te gusta como escribo, por fa, déjame un corazoncito.
Si me quieres dejar un comentario con tu experiencia, me encantaría conocerla. También si no te ha gustado, te parece absurdo o no le ves sentido. Siempre me gusta ampliar mi perspectiva, quizá no estemos de acuerdo, pero siempre aprendemos los unos de los otros.
Y si quieres compartirlo con alguien a quien creas que le puede ayudar, que se pueda identificar o con quien quieras comentar esta reflexión, aquí tienes el botón. Es muy difícil sentirse solo e incomprendido en esos momentos de desesperación.
Si te gusta lo que lees, no lo dudes, suscríbete y sé partícipe de lo que se viene en 2025.
Aunque esto de las predeterminaciones tiene su miga… Probablemente, en otras ocasiones o hablando de otro tema, desmontaría esta cuestión de la predeterminación.
Pero, en fin… cuestión para otro artículo (que uno de mis propósitos de año nuevo es: dejar de darle tantas vueltas a las cosas - ¡aunque no sé si mi otra fortaleza de intelección me hará fácil el camino!-).