De los miedos y los grandes proyectos
Superar un miedo es como encender la luz. Puedes evitar entrar en una habitación porque está oscura y no sabes qué te encontrarás o puedes entrar dando la luz.
Quiero escribir un libro.
En realidad…quiero escribir muchos libros.
A lo mejor ahora mismo no tengo todos los ingredientes o cualidades para escribir un buen libro, pero quiero escribir uno (o muchos libros).
Es curioso el tema de las autoafirmaciones, lo que hace en nuestra mente el lenguaje y como influye en nuestro estado de ánimo, nuestro empuje, nuestra motivación, la forma en la que nos hablamos.
Ya os contaba en otro de los episodios anteriores que cuando era opositora tenía varios métodos para mantener la motivación y uno era el modo en que me hablaba.
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La mentalidad...
Cuando empecé a estudiar por ese gran ideal de defender “los intereses del Estado” -que somos todos (ya lo sé, soy una romántica idealista)- tenía poca idea de la motivación, cómo mantenerla y lo importante que era. Tampoco tenía ni pajolera idea de lo que era la neurociencia, la PNL, las afirmaciones y el lenguaje positivo. De cómo nuestra querida mente puede ser nuestro mejor aliado o el peor de nuestros enemigos.
Como os podéis imaginar, tras horas y horas de estudio -que uno ve, cuando no hay un examen cercano, como un canto al sol- una empieza a buscar ayuda fuera para mantenerse en su silla, estudiando, positiva, concentrada, dejar a un lado las dudas, y seguir levantándose cada día.
Gracias a todo ello, gracias a todas estas lecturas, videos y a fuerza de práctica constante, puedo decir que sobreviví y salí más fuerte. Gracias a todo lo que estuve investigando en su día, incluso, os puedo decir que noté un cambio en mi mentalidad, en cómo procesaba las ideas, en cómo filtraba los “pensamientos mier******” para poder seguir constante y convertirlos en “pensamientos impulso”.
A pesar de estas nuevas herramientas y de notar un cambio en cómo procesaba la información que llegaba de fuera y las negatividades que venían de dentro (hay que ver qué tóxicos que somos con nosotros mismos algunas veces…), siempre había días buenos y malos.
Tengo días. Como tenemos todos.
Hablo de esto y lo enlazo con lo primero: quiero escribir un libro (o muchos).
¿Por qué? Porque a pesar de todas estás herramientas y de que mi mentalidad ha dado un giro copernicano gracias a trabajarla todos los días (que esto no es gratis…), el otro día estaba leyendo a un maravilloso autor -es más, uno de mis favoritos- y me entraron las dudas y las inseguridades. No solo con lo del libro, sino también, con muchos otros proyectos que tengo en mente para este año.
Estaba ilusionada llamándome a mi misma escritora porque escribo a través de esta plataforma.
Y, porque es un hecho: escribo.
Y de repente, tras leer a este grande de nuestra literatura, empecé a pensar:
— Ya… escritora... ¿Y quién te crees? ¿Y tú crees que a ti te van a leer como a él? ¿Y quién va a tener interés?
— Que…una cosa es escribir relatos y tus reflexiones en substack y otra hilar los argumentos, las tramas y los conflictos de los personajes en un libro que interese.
— ¿Pero tú vas a ser capaz? No vas a pasar de las diez primeras páginas…
Hay que ver qué crueles somos con nosotros ¿verdad?
Y de repente me pregunté:
— ¿Pero… por qué?
— ¿Por qué si estaba yo tan ilusionada con la idea? Si me siento fuerte, con ganas, con alegría, llena, ilusionada al escribir, tiene que venir mi mente ahora con estas mier***.
— No lo entiendo. De verdad, no lo entiendo.
Y en este no lo entiendo, caí en la cuenta del porqué:
Mi mente está cómoda. Está tranquilita. En un trabajo dominado. Donde he llegado a mi tope. Todo Sol y Playa. Esfuerzo Valle. Y... aunque yo quiera, lo que ella quiere es estar plácidamente, no gastar recursos en algo que no conoce, que no domina o que le puede suponer un esfuerzo. Mi mente quiere seguridad. Sin más. No tiene nada contra mí. Sólo está defendiendo sus intereses.
Mientras edito este post, me cruzo con el de Alba de Más allá del Asana -a veces creo que es cierto que Google nos vigila- sobre cómo se enfrentó a sus miedos durante todo 2024 y los miró frente a frente, y corroboro mi idea. Todos estos diálogos internos sobre la capacidad que asaltan nuestras cabezas son: m i e d o s.
Todas estas dudas son miedos y falsa sensación de seguridad. Y los tenemos todos cuando vamos a hacer algo que nos reta.
Pero, ¿qué sería de nosotros si no nos enfrentásemos de vez en cuando a cosas que nos dan miedo?
Nos quedaríamos estancados
Nos quedaríamos estancados sin hacer nada más que respirar. Como una simple ameba que, solo, está. Sin más.
Y ante ello, esta pregunta es obligada: ¿Qué queremos ser? ¿Cómo queremos vivir? ¿Simplemente subsistiendo sin más? O ¿queremos V I V I R en mayúsculas?

Epílogo:
Reflexionaba con unas amigas, mientras brindábamos por el fin de año, sobre los miedos y las vergüenzas…
Cuando era pequeña era extremadamente tímida -ahora puedo decir que no lo soy en absoluto, aunque sigo siendo introvertida-. Las interacciones sociales me ponían sumamente nerviosa, hasta el punto de angustiarme.
Ahora -como hablaba con mis amigas-, si tengo que aproximarme a tres personas en una reunión de trabajo, una jornada, un cóctel o evento similar…, simplemente, lo hago. Visualizo a la persona con quien tengo que hablar, me aproximo, me presento y hablo de lo que tengamos que hablar.
Esto tiene su evolución (como todo):
Primera vez: me costó, tardé mucho más en realizar la aproximación y me dio mucha vergüenza.
Segunda vez: me costó muchísimo menos, reduje en un 50% el tiempo en realizar esa aproximación y me dio “vergüencilla”.
A partir de la tercera -y de ver que… “nadie se come a nadie” y que, tampoco es para tanto…-: empecé a hacerlo con soltura, tardé el tiempo que me costó localizar donde estaba cada una de las personas con las que necesitaba hablar y me empezó a salir con total naturalidad (como quien habla con su vecino de toda la vida…).
Son tonterías, son estúpidos miedos que nos metemos en la cabeza, pero si uno no “se obliga” a hacerlo la primera vez (aunque lo pase mal), si uno no se expone, lo único que hace es retroalimentar ese miedo y hacerlo más grande.
Superar un miedo es como encender la luz.
Puedes evitar entrar en una habitación porque está oscura y no sabes qué te encontrarás o puedes entrar dando la luz.
Dar ese pequeño paso haciendo algo que te da miedo es mantener la luz encendida. ¿Y a quién le da miedo entrar a una habitación a plena luz del día?
Subamos la persiana. Demos al interruptor. Encendamos la luz e iluminemos esos pequeños espacios oscuros a los que no queremos entrar por miedo.
Si te ha gustado, te has sentido identificado o te ha ayudado esta reflexión, déjame un corazoncito y compártelo con quien quieras o con quien necesite este pequeño impulso, me ayudas a saber que te gusta lo que escribo y me alientas a seguir escribiendo sobre este tipo de temas.
Compartir es vivir.
¿Y tú a qué le tienes miedo? ¿Qué miedos has superado? ¿Qué habitación quieres iluminar hoy? Me encantaría leeros en comentarios.
Compartamos miedos:
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PD: Esto es lo que pasa cuando subes la persiana o enciendes el interruptor para iluminar esa nueva habitación no descubierta:
Cuando decidí entrar en esta habitación (la de la exposición) conseguí:
Que mi artículo llegara a 158 personas.
18 nuevos suscriptores (hasta entonces sólo tenía unos cuantos buenos amigos y familiares).
Que mi artículo fuera compartido en 4 ocasiones.
Numerosos mensajes y comentarios a través de los grupos y mensajes directos de WhatsApp en los que compartí el enlace, felicitándome por el artículo y contándome lo identificadas que se habían sentido con mi proceso al leerlo.
¿Ayudar a que otros superasen sus miedos e iluminasen otras habitaciones?
No lo sé a ciencia cierta. Quizás. Ojalá. Lo que sí sé, es que a muchos no les dejó indiferente y que para mí fue muy liberador.
Aquí te lo dejo, para que puedas inspirarte:
¿Miedo a la exposición o celo por la intimidad?
A raíz de empezar a publicar en esta plataforma y darle a conocer esta habilidad “dormida” -o más bien escondida- a mis amigos y contactos, son varios los comentarios que me han llegado de amigos del tipo “Isa, si vas a empezar a publicar artículos, quizá convendría que cambiaras tu usuario de Instagram
Me he sentido muy identificada. Ahora mismo estoy pensando en acometer un nuevo proyecto y siento miedo. Miedo de no llegar a todo, de no ser capaz porque ahora estoy en un momento Valle como dices.Cada vez que me asalta el miedo me digo: que es lo peor que me puede pasar? Y la verdad es que lo peor que puede pasar es no lograrlo y que me quede como estoy. Y lo mejor, lo mejor está por venir.
Maravilloso artículo. Me he sentido identificada con algunas de las cuestiones que abordas. El miedo está, desde el punto de vista adaptativo, para protegernos, pero nos paraliza y nos mantiene en ese lugar cómodo del que queremos salir.
Dar pequeños pasos, reconocer los logros y seguir adelante con los proyectos, a pesar del miedo y con el miedo.