📝Nota previa
Hoy he estado todo el día metida en la cama por un trancazo de cuidado. Renunciaba a que hubiera post, pero después de dormir todo el día y ahora que las medicinas están empezando a hacer efecto, me he dicho, un pequeño/gran trancazo no me va a llevar a dejar de publicar un domingo (como llevo haciendo desde el 10 de noviembre), así que os dejo con un proyecto que no salió a la luz, pero que hoy os traigo y que podéis leer o escuchar (o leer mientras escucháis 🙃).
Es la historia que desencadenó este otro post:
En lo que dura un trayecto:
“Todos somos ella”
Bajo corriendo al andén por la escalera. Desde hace un mes me obsesiona hacerlo siempre corriendo (con cuidado), por si hay un tiempo en que no tenga en mi mano una elección tan simple como la velocidad a la que bajo las escaleras.
Me fascina como somos tan inconscientes de dar por hecho tantas cosas, andar, correr, levantar una bolsa, subir las escaleras, ver, abrazar, conducir, comer, …
Me fascina igualmente como damos por hecho todo lo que hoy tenemos.
La música suena alta a través de los cascos y no lo oigo hasta bien entrada en el andén, hay una suerte de discusión, un sonido agudo que reclama la atención de los presentes. Aún dormidos y aletargados por el camino en penumbra del autobús, mis ojos no reparan desde el primer momento en la escena.
Hay una mujer que saluda a cada uno de los presentes, el andén está atestado de gente. A simple vista parece frágil, es menuda y delgada en extremo, pero de brazos y piernas fuertes, aparenta unos 70, aunque probablemente no sobrepase los 55 ¿los estragos de la calle y de la mala vida? ¿malas decisiones? ¿o carente de red de apoyo?
Al avanzar andando hasta la altura del andén donde para el vagón al que siempre subo, percibo al pasar a su lado un olor a amoniaco insoportable, la desesperación de la señora porque alguien le preste atención también lo es. Saluda a los presentes con aspavientos diciendo:
— Hola, estoy aquí. ¿de verdad no me puedes ver?
¿Será la forma en que la ignora cada pasajero pendiente de entrar en el vagón un mecanismo de defensa?, ¿mera apatía o falta de solidaridad? Se acerca a la parte del andén donde yo espero. Está lleno de gente. Cambio a la otra puerta y aunque a mi no me saluda de esa forma tan desesperada ni me pide dinero, tampoco le hablo, ni le digo “yo sí te veo”. No puedo ver si entra en el metro o sigue vagando por el andén. Sólo me planteo cuando recapacito en esa escena si podría haber hecho algo, si algún gesto mío podría haber marcado en ella una diferencia.
Me fascina la facilidad con la que damos las cosas por sentado, tengo salud, casa, techo, comida, unos ingresos decentes para elegir en que me gasto mi dinero y me permito hablar de auto realización y de perseguir otros sueños no cumplidos.
Me fascina como de un plumazo puede desaparecer todo lo que tenemos y no nos dedicamos un solo minuto a pensarlo y agradecer la inmensa suerte que tenemos. Cómo es posible que un ejército de personas de ceño fruncido se cruce conmigo cada mañana y cómo podemos si quiera dar por hecho que tendremos un trabajo al que llegar mañana y una cama donde dormir la noche. Un plato de comida sin contar con la compasión e indulgencia ajenas. Me fascina nuestra profunda inconsciencia.
Nota mental:
No demos nada por sentado, cualquiera puede ser ella. De hecho, nosotros somos ella en otra esfera de la realidad. Y, sin embargo, todos hemos hecho esta mañana como si no existiera, absortos en la queja de que es lunes, primer día de la semana y hay que madrugar para ir al trabajo que sí tenemos y que pagará la casa en la que vivimos y la comida que comamos. Con infinita suerte, hasta algún capricho.
📒La frase inspiradora:
“No estropees lo que tienes deseando aquello que no tienes; recuerda que lo que hoy tienes alguna vez fue aquello que deseaste.” Epicuro.
🤔La conclusión del día:
No demos nada por sentado y agradezcamos todo lo que hoy tenemos, no todo el mundo lo tiene.
Gracias Pedro, porque, además, dudaba si publicar el texto y me ha gustado saber que ha podido tocarte desde cerca.
Muchas veces pienso que sin red de apoyo cualquiera puede verse envuelto en una situación de la que no puede salir.
En estos casos adradezco mucho tener familia y buenos amigos y me enfrento al día con una mirada diferente.
¡Gracias Isabel María!, por compartirnos esta reflexión tan bonita y profunda para que nos haga pensar a todos los que te leemos en lo efímero de la suerte y de la vida, y gracias también, por recordarnos que en la vorágine diaria que vivimos (sobre todo en las grandes ciudades), hay mucha gente que se "queda atrás" y se hace "invisible" ante la gran mayoría de las personas, entre las que me incluyo...muy a mi pesar.