¡Gracias Isabel María!, por compartirnos esta reflexión tan bonita y profunda para que nos haga pensar a todos los que te leemos en lo efímero de la suerte y de la vida, y gracias también, por recordarnos que en la vorágine diaria que vivimos (sobre todo en las grandes ciudades), hay mucha gente que se "queda atrás" y se hace "invisible" ante la gran mayoría de las personas, entre las que me incluyo...muy a mi pesar.
Gracias Patricia por tu comentario. A veces vivimos tan instalados en la prisa que no reparamos en la suerte que tenemos y en todo aquello por lo que podemos dar gracias todos los días.
Me gustó mucho este texto. Muchas veces tuve los mismos pensamientos. Recuerdo uno puntual, de niño, en Argentina, por la ventanilla del auto que mi madre manejaba, un chico se acercó a pedir monedas. Tenía mi edad y yo vi como todo lo que yo no tenía, de lo que me podía llegar a quejar, no era nada comparados con las carencias de ese otro niño. Todavía me acompaña ese sentimiento y tu texto me lo recordó. Gracias
Gracias a ti por compartirte Gonzalo, estas situaciones impactan muchísimo más siendo niños. Todo un baño de realidad y dosis de agradecimiento instantáneo.
A mí me ha conectado con un suceso que ocurrió el sábado pasado, un chico al que conozco y aprecio falleció esa misma noche en un accidente de tráfico, un trayecto que recorría prácticamente todos los días. Así, sin avisar, sin previo aviso y dejando un vacío en aquellos que le querían.
La vida, la salud, las relaciones, el trabajo, nada se puede dar por sentado, pero tampoco podemos estar continuamente pensando en ello, ¿no crees?
Efectivamente Maite, que necesario ese equilibrio entre, por un lado, agradecer y, por otro, no estar pensando siempre en que puedes perderlo todo de un plumazo en una actividad tan cotidiana como puede ser recorrer un trayecto conocido. Gracias por compartir.
Gracias por este texto. Me ha dejado tocado, en silencio. Porque sí, todos somos ella. O podríamos serlo. Y sin embargo, pasamos de largo, como si no fuera con nosotros.
Qué fácil es olvidar lo afortunados que somos hasta que la vida nos recuerda lo frágil que es todo.
Tu nota final se me queda clavada: no demos nada por sentado.
Gracias Patricia, por compartir este bonito relato que nos hace reflexionar sobre la inercia del dia a dia. Y recordarnos que debemos parar y mirar más al otro. ♥️
Perdón, se me fue la mano... aparentemente normal, pero que encierra mucha sabiduría.
Mira...a los pocos días de quedarme viuda, iba por la calle con mi bebé y, no sé, miré para arriba y vi la calle adornada: eran las fiestas del barrio. Yo vivía al margen de todo, pero lo cotidiano era la calle adornada en el mes de agosto, así que mi sensación fue que el mundo seguía girando, pero que yo siempre intentaría desviar un ojo, por si alguien me necesitaba
Gracias por compartirlo Van. Qué situación tan cotidiana como pasear por un barrio adornado como las fiestas de cada año en un momento de pérdida tan grande. Esos momentos en que todo a tu alrededor sigue su curso pero tu estás instalada en esa conciencia tan profunda que te da perder a un ser querido. No miras igual, eso desde luego.
Gracias Pedro, porque, además, dudaba si publicar el texto y me ha gustado saber que ha podido tocarte desde cerca.
Muchas veces pienso que sin red de apoyo cualquiera puede verse envuelto en una situación de la que no puede salir.
En estos casos adradezco mucho tener familia y buenos amigos y me enfrento al día con una mirada diferente.
¡Gracias Isabel María!, por compartirnos esta reflexión tan bonita y profunda para que nos haga pensar a todos los que te leemos en lo efímero de la suerte y de la vida, y gracias también, por recordarnos que en la vorágine diaria que vivimos (sobre todo en las grandes ciudades), hay mucha gente que se "queda atrás" y se hace "invisible" ante la gran mayoría de las personas, entre las que me incluyo...muy a mi pesar.
Gracias Patricia por tu comentario. A veces vivimos tan instalados en la prisa que no reparamos en la suerte que tenemos y en todo aquello por lo que podemos dar gracias todos los días.
Me gustó mucho este texto. Muchas veces tuve los mismos pensamientos. Recuerdo uno puntual, de niño, en Argentina, por la ventanilla del auto que mi madre manejaba, un chico se acercó a pedir monedas. Tenía mi edad y yo vi como todo lo que yo no tenía, de lo que me podía llegar a quejar, no era nada comparados con las carencias de ese otro niño. Todavía me acompaña ese sentimiento y tu texto me lo recordó. Gracias
Gracias a ti por compartirte Gonzalo, estas situaciones impactan muchísimo más siendo niños. Todo un baño de realidad y dosis de agradecimiento instantáneo.
A mí me ha conectado con un suceso que ocurrió el sábado pasado, un chico al que conozco y aprecio falleció esa misma noche en un accidente de tráfico, un trayecto que recorría prácticamente todos los días. Así, sin avisar, sin previo aviso y dejando un vacío en aquellos que le querían.
La vida, la salud, las relaciones, el trabajo, nada se puede dar por sentado, pero tampoco podemos estar continuamente pensando en ello, ¿no crees?
Efectivamente Maite, que necesario ese equilibrio entre, por un lado, agradecer y, por otro, no estar pensando siempre en que puedes perderlo todo de un plumazo en una actividad tan cotidiana como puede ser recorrer un trayecto conocido. Gracias por compartir.
Gracias por este texto. Me ha dejado tocado, en silencio. Porque sí, todos somos ella. O podríamos serlo. Y sin embargo, pasamos de largo, como si no fuera con nosotros.
Qué fácil es olvidar lo afortunados que somos hasta que la vida nos recuerda lo frágil que es todo.
Tu nota final se me queda clavada: no demos nada por sentado.
Hoy, más que nunca, te digo: yo sí te veo.
Gracias Patricia, por compartir este bonito relato que nos hace reflexionar sobre la inercia del dia a dia. Y recordarnos que debemos parar y mirar más al otro. ♥️
Deberíamos parar más, mirar y mirarnos....para evitar que esa inercia nos pasase por encima. Gracias por comentar Susana 🙃
Un texto sobre algo aparentemente norm
Perdón, se me fue la mano... aparentemente normal, pero que encierra mucha sabiduría.
Mira...a los pocos días de quedarme viuda, iba por la calle con mi bebé y, no sé, miré para arriba y vi la calle adornada: eran las fiestas del barrio. Yo vivía al margen de todo, pero lo cotidiano era la calle adornada en el mes de agosto, así que mi sensación fue que el mundo seguía girando, pero que yo siempre intentaría desviar un ojo, por si alguien me necesitaba
Gracias por compartirlo Van. Qué situación tan cotidiana como pasear por un barrio adornado como las fiestas de cada año en un momento de pérdida tan grande. Esos momentos en que todo a tu alrededor sigue su curso pero tu estás instalada en esa conciencia tan profunda que te da perder a un ser querido. No miras igual, eso desde luego.